Nada nuevo bajo el sol

Tras las largas y duras fiestas patronales de mi pueblo, vuelvo a reincorporarme al blog sin que pase nada nuevo bajo el sol. Estos últimos días se ha cacareado mucho la cantinela del adelanto de las elecciones al 20-N, día en el que murió Franco y anualmente en las calles se enfrentan las dos Españas mostrando sus dientes y sus contradicciones antagónicas e irreconciliables. Supongo que, como mucho, alguno vendrá eufórico y en vez de votar al PP votará a la Falange, pero esto es casi irrelevante.
Como también lo es el hecho de adelantar las elecciones, ya que sólo nos dice que la oligarquía y sus mercados necesitan un cambio de títere para airearse, y como también lo es el propio cambio de gobierno.
Bien sabemos que la mal llamada clase política (no hay clase política, hay clases de políticos) sufre un descrédito sin precedentes. Esto nos hace caer en errores como creer que «todos los políticos son iguales» o que lo que fallan son los políticos de turno; ZP que es un pusilánime o Rajoy que no sabe ni hablar, pero no: lo que falla es el sistema, no sus próceres. Si en el lugar de ZP y su camarilla pusiéramos a gente honrada y humilde que mirara por los intereses de la clase trabajadora y en detrimento de los multimillonarios culpables de la crisis, daría exactamente igual porque se encontrarían atados de pies y manos, de rodillas ante los mercados y grandes poderosos de Europa y EE. UU.
Por eso ahora mismo las elecciones, sean el 20-N o meses después, son irrelevantes, porque seguirán gobernando los mercados, tan sólo cambiarán de títere, de actor. Mismo perro, distinto collar…
Las elecciones serán relevantes, interesantes, cuando un partido de izquierdas sea capaz converger y unir a todas las clases populares en su conjunto (en vez de mamporrearlas como hace el Gobierno con el 15-M), para que en caso de que ese partido de izquierdas llegue al poder, éstas puedan salir a la calle y decir alto y claro a los mercados: Eh, que estamos aquí. En ese caso, España recuperaría la poca democracia y la poca soberanía que ha ostentando durante las últimas décadas y sería capaz de gobernarse a sí misma ante la atónita mirada de los grandes poderosos conscientes de que han perdido una de sus tantas gallinas de oro.
Como reza la pancarta de arriba empuñada por el rapero Pablo Hasél, es el sistema, el capitalismo la raíz del problema. Por eso hay que ser radicales (consecuentes) y hay que ir a la raíz del problema. Por eso, decían Los chikos del maíz en una entrevista, hoy en día es inmoral no ser antisistema, anticapitalista.

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