Tal cúmulo de amoralidades pueden dar como resultado, por ejemplo, Deportes Cuatro. Entonces, el espectador recién llegado de la escuela, el instituto o el trabajo, hambriento -o recién comido- y ansioso por desconectar de la cruda realidad, se encuentra un plató de televisión en el que hay tres imbéciles dispuestos a picarse por soltar la mayor gracieta. Entre gracieta y gracieta, los tres imbéciles reproducen las especulaciones más sensacionalistas sobre fichajes y el fúturo de jugadores y entrenadores, hablan del Real Madrid (normalmente de CR9, y a veces, sólo a veces, del Barcelona y del Atlético) y siempre hay tiempo para algún vídeo curioso, una entrevista picaresca o un reportaje graciosillo. Ante tal panorama, y bajo la estricta regla del «todo vale» (con tal de hacer caja, se entiende), se producen situaciones realmente dantescas y vergonzosas, como la que nuestro ilustrado colega Manolo Lama le brindó a toda España el otro día.
Nuestro Manolo se encontraba en Hamburgo, cubriendo el reportaje sobre los hinchas atléticos que se habían desplazado hasta allí a propósito de la final que jugaba el Atlético contra el Fulham. En un alarde de ingenio, improvisación y generosidad, rodeado de un séquito de atléticos, se le ocurrió utilizar a un mendigo para cerrar el reportaje desde Hamburgo. Al celebérrimo periodista no se le ocurre otra cosa que animar a los aficionados atléticos a «ayudar» al mendigo -anonadado, rodeado de gente y con una cámara enfocándole la cara-, y la afición atlética, inteligente donde las haya y movidos por la empatía y la generosidad, lanza monedas, móviles y bufandas, e incluso hay algún lumbrera que echa una tarjeta de crédito. Todo eso entre las risas de su compañero y homólogo Manu Carreño y el otro compañero que no suele hablar mucho pero da una imagen más juvenil y renovada a la sección, y entre comentarios de tipo: «Por lo menos va a tener el hombre pa’ ver el partido tranquilito y caliente».
Se agota el tiempo de la conexión en directo y se ve cómo los aficionados van retirando sus respectivos móviles, tarjeta e incluso la bufanda, la cual había cogido el mendigo con toda su buena fe y su inocencia, inconsciente de que todo era una broma de mal gusto, de que lo estaban utilizando para rellenar minutos y de que él no dormiría ni tranquilito ni caliente, o al menos no gracias a los aficionados atléticos y al carismático Manolo Lama.
Probablemente la mayoría de espectadores le quiten hierro al asunto, pero para mí esto ha sido una broma de muy mal gusto por parte de una serie de personas carentes de empatía y que no saben que la mendicidad es algo realmente serio que cada vez con más fuerza azota a España, Europa y el Mundo. No se trata de un caso aislado: cada día son más y más los sin techo, los desahuciados, los que tienen que dormir al raso. Pero claro, no le puedes pedir a alguien que mama de la teta capitalista, que investigue los males que provoca su sistema, ya que eso, aparte de que no interesa, supondría cuestionar y poner en duda la hegemonía de éste. Y eso, a día de hoy, resulta algo tan extravagante que roza lo ilegal.
Sin más preámbulos os dejo con el vídeo para que cada uno saque los conclusiones que crea más acertadas. Yo seguiré deseando la mendicidad a todos esos guiñoles manejados por emperadores que, como en el siglo I, tratan de distraer a la población con poco pan y un pésimo circo.



