Muchos se creen que la crisis es algo natural que viene de vez en cuando como las nevadas o las olas de frío siberiano, otros que viene por la mala gestión de un grupo de políticos en concreto, en nuestro caso los socialistas. Los políticos y los politólogos -del orden- se quedan en lo superficial de las cuestiones, nunca profundizan porque quieren que la gente no se entere de qué va el cuento. Mediante mecanismos finísimos como los medios de (des)información nos cuelan la mentira, la interiorizamos y entonces pasa lo que pasa: obreros votando a la derecha, gente de derechas diciendo que la culpa es de la izquierda, gente supuestamente de izquierdas votando al PSOE. Y al final lo de siempre: si lo hace mal el PSOE, votamos al PP y viceversa. La alternativa es sustituida -más bien aplastada- por la alternancia.
Hay que explicar a la gente que la solución no pasa por un cambio de actores sino por un cambio de escenario. Por un cambio de modelo. Esta es una crisis del sistema, es decir, del capitalismo, por lo que la solución de la crisis no pasa por cambiar de PSOE a PP o viceversa, ya que ambos partidos representan y defienden el mismo modelo, por mucho que hagan el paripé y se peleen. La solución de la crisis pasa por un modelo alternativo, anticapitalista, por la nacionalización de los sectores estratégicos, la banca pública, una profunda reforma fiscal, etc. Todo lo que no sea eso, es engordar para el matadero.
Del PP lo de siempre: están haciendo justo lo contrario de lo que decían que iban a hacer y lo mismo que criticaron en la oposición. Es decir, lo mismo que el PSOE pero con más mala fondinga. Vale que por historia somos un pueblo de perezosos mentales e hijos del «muera la inteligencia», pero hay cosas que no tienen sentido: ¿de verdad hay gente que cree que abaratando el despido entre otras lindezas se va a generar empleo? Tenía razón Einstein cuando afirmaba que la estupidez humana es infinita.
Total, que vamos de camino al desastre a no ser que giremos 180º y cambiemos de rumbo. Con una «democracia» al servicio de los banqueros y con un fascismo económico que pone tecnócratas como presidentes allá donde se le antoja, o salimos a la calle o nos mondan. Una de dos.