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¿Que qué haría yo? Ser demócrata y patriota


Escena de La tierra tiembla (1948) de Luchino Visconti
 
Que los muy ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres es una evidencia que difícilmente alguien será capaz siquiera de intentar negar. Baste un ejemplo sencillo: el 1% de los españoles más ricos recibía el 7,5% de los ingresos en 1981; hoy, ese 1% recibe más del 11%. Con la crisis, esta tendencia de acumulación no solo no ha disminuido sino que se ha ido acrecentando de tal manera que nos encontramos una sociedad radicalmente polarizada en términos socioeconómicos. El último ejemplo: el 90% de los hogares más pobres tiene el 58,1% de la riqueza, mientras que el 10% de los hogares más ricos tiene el 41,9% de la riqueza restante. Ni tú ni yo estamos entre esa selecta élite o casta financiera: la Duquesa de Alba, Amancio Ortega, Emilio Botín, Juan Roig…
Por eso cuando alguien nos dice que tenemos que remar todos juntos automáticamente debemos pensar que ese alguien pertenece a la selecta élite del 10%, o bien al servicio de ésta (la servidumbre al desnudo en Django desencadenado). Visto así hay dos salidasde la crisis: la primera consiste en el empobrecimiento masivo del 90% de los hogares más pobres, volviendo a unas condiciones laborales de principios del siglo pasado y a la pérdida de los derechos sociales conquistados durante siglos por el movimiento obrero; la segunda, en forma de ruptura democrática, consiste en un nuevo reparto de poderes que quede plasmado en un nuevo marco político-institucional, es decir, en unas nuevas reglas del juego recogidas, en última instancia, en una nueva Constitución que sea la fotografía de una nueva correlación de fuerzas entre el 90% de los hogares más pobres y el 10% de los hogares más ricos.
Dicho aún más claro: la crisis es una pelea entre la casta financiera y las mayorías sociales donde la primera se juega sus privilegios y las segundas poco menos que la supervivencia. Independientemente del resultado de dicha pelea, ya nada volverá a ser como antes pasada la crisis. Sí hay que tener claro desde un primer momento que los privilegios de unos pocos son las fatigas de la mayoría. Los sueldos astronómicos de los multimillonarios, sus cochazos, chalés e incremento de beneficios en plena crisis son la otra cara de los recortes en sanidad, educación o prestaciones por desempleo, de la bajada de los salarios o de las subidas del IVA.
En este contexto, para desquicio de algunos, no proponemos un programa soviético. Cuando nos preguntan qué haríamos nosotros, decimos (sin complejo alguno): ser demócratas y patriotas.
¿Por qué ser demócratas? Porque la democracia consiste en empoderar al pueblo, a las mayorías sociales, a los que sufren los recortes y son cada vez más pobres. Y empoderar al pueblo no es una consigna retórica o etérea, es dotarlo de derechos sociales y democráticos; derechos laborales decentes, una pensión mínima de 1000 € o una verdadera educación pública y gratuita.  Por otra parte, significa desempoderar a la casta financiera, decirles: ahora vais a sentir aunque sea una pequeñísima parte de la presión y el miedo que siente una ama de casa cada semana al hacer la compra teniendo que hacer malabares para ajustar cuentas.
¿Y por qué ser patriotas? Porque quienes condenan al pueblo español a la miseria, al paro y a la desesperación, vendiendo cachitos del país a los bancos alemanes (véase la reforma del art. 135 de la Constitución), no son patriotas por muchas banderitas que lleven en las muñecas. Son patrioteros, que es muy distinto, pues su única patria es el bolsillo o, como mucho, Suiza. Los patriotas somos quienes luchamos por conquistar la democracia real y la soberanía nacional y popular, que se traducirán en derechos sociales, económicos y políticos. Y esto tampoco es una consigna retórica, es decir que la sanidad o la educación de nuestro pueblo va antes que pagar una deuda ilegítima a los bancos alemanes o nacionalizar sectores estratégicos de la economía para que éstos estén al servicio de las mayorías sociales y no al servicio de un grupo muy reducido de privilegiados.

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