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Termino de volver a ver El Padrino (una obra maestra), son las tantas de la madrugada pero no tengo sueño, abro el Mozilla y me dispongo a hurgar en un par de páginas de contrainformación, cuando buscando no sé qué doy por casualidad con unas palabras que ya leí en su momento, pero que a pesar de ello provocan en mí exactamente el mismo sentimiento de estupefacción que provocaron hace unos meses.
Hablo de una homilía que rebuznó el arzobispado de Granada, Javier Martínez Fernández, a propósito de la navidad y la Ley del Aborto. A continuación copio el artículo en el que comento algunas de las perlas más significativos de este bonseñor, y el cual envié a su dirección de correo (info@arzobispadodegranada.es):
Para empezar, me declaro afín a la idea del aborto como un derecho libre y gratuito de la mujer, por lo tanto creo que ningún hombre -sea un reprimido sexual o un hombre económicamente arruinado- puede instar a ninguna mujer a tomar una decisión en contra de su voluntad, y mucho menos coaccionarla. Partiendo de ahí, declaro tu actitud amoral e injusta, además de un atentado contra el sentido común, la lógica y el respeto a la mujer.
“Pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre. ¿Y a eso lo llaman progreso?”
¿Matar a niños? ¿Matar a un embrión de seis semanas y media es matar a un niño? Ese lenguaje demagogo, condenatorio y manipulador es acientífico, no se sostiene por ningún lado y por esa regla de tres podría decir yo que cada vez que algún compañero de tu gremio se toquetea -delante o detrás de un niño, da igual- y expulsa semen, está matando a millones de niños, pues cada espermatozoide podría ser un niño. ¿Qué es el embrión si no un espermatozoide fusionado con un óvulo?
Por otro lado, se me vienen imágenes en la historia más tristes que la aprobación de la Ley del Aborto. Muchas más imágenes y mucho más tristes, como por ejemplo declaraciones de guerras o aprobaciones de leyes que atentaban contra los derechos de los pobres, y ahí no estabas tú alzando la voz. Y hablando de imágenes tristes, se me viene a la cabeza tu compañero José Poveda Sánchez abusando de cuatro niños, o Gilbert Gauthe, también compañero tuyo, abusando de once niños en Luisiana, o los 35.000 niños irlandeses víctimas del abuso sexual por parte de tus compañeros e hijos de Dios en el período de 60 años (1920 – 1980). ¡Esas sí que son imágenes tristes que se han ido produciendo, y siguen produciéndose en la historia de la Iglesia!
“Se promulga una ley que pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras,…) -sobre todo, a ellos- en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron la legalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto.”
Espera, espera… ¿Un cura hablando de nazis? Pero si fue la Iglesia Católica quien pactó con Hitler (Concordato) para poder sobrevivir, y bueno, ya que sobrevivían, para tener algún que otro privilegio. Fue el Arzobispo Cesare Orsenigo el que celebraba con Hitler el cumpleaños de éste. Fueron más de diez mil las monjas luteranas y diaconisas las que se reunieron en el 15 de noviembre de 1933 bajo la esvástica. Y fue el Obispo de Berlín quien dijo: “permítanme comparar a nuestras hermanas con la SA (grupo paramilitar nazi). Fue el cardenal Michael Faulhaber el que marchó entre las filas de las SA en una concentración nazi en Munich. Fue Hitler el que afirmó que “la Iglesia Católica le había dado su bendición pública, en el país y afuera, al nacional – socialismo, incluída su posición antisemita”. Y así podríamos seguir todo el día, pero está más que suficientemente demostrada la ligazón de la Iglesia con el fascismo de turno, en Alemania, en Italia y en España, donde ejerció del más importante sustento social del franquismo, a cambio de una actitud servil hacia la dictadura. ¿Y por qué esa connivencia y esa colaboración con el fascista de turno? Está muy claro: vosotros aspiráis a eso. Hitler, con estas palabras esclarece vuestra intención y vuestra aspiración: «Estamos convencidos de que la gente necesita y requiere esta fe. Por lo tanto hemos llevado acabo la lucha contra el movimiento ateo, y esto no sólo con unas pocas declaraciones teóricas: lo hemos aplastado.»
(Adolf Hitler en un discurso en Berlín, 24 de octubre de 1933)
Aparte… ¿Comparar un aborto con la exterminación de millones de judíos en campos de concentración? ¿Con pelotones de fusilamiento? ¿Con la muerte sistemática de niños por hambre, desnutrición o miseria? Se te debería de acusar por apología y enaltecimiento del terrorismo, pues minimizar las acciones del nazismo -y demás dictaduras- a un simple aborto, es faltar el respeto a las millones de personas que perecieron bajo el yugo de los dictadores que con buen ojo vieron tus compañeros en el momento oportuno.
“Hubo en la Edad Media -en esa preciosa Edad Media que nadie se atreve a recordar porque tampoco es políticamente correcto- una orden militar cristiana donde los caballeros hacían el juramento de no combatir nunca con menos de dos enemigos a la vez, porque para un caballero cristiano era indigno combatir de igual a igual con quien no era cristiano.”
Puede que bajo esas actitudes nacieran la egolatría, el sentimiento de superioridad y la instransigencia cristiana, que menosprecia cualquier tipo de religión y creencia que no sea la propia, prueba de ello tus palabras parafraseando a Benedicto XVI (el mismo que se enroló en la Juventud Hitleriana en 1941. Y luego hablamos de dictaduras y dictadores…): “es posible construir un mundo al margen de Dios, al margen de Jesucristo -estamos asistiendo a su construcción-, pero se trata de la Torre de Babel.” Y apuntillas: “Este mundo morirá aplastado por sí mismo, por su propia pretensión de absoluto, y su caída será el signo, la señal de que un mundo contra Dios es un mundo contra el hombre.”
Que los ateos o los que creen en otra religión que no sea la cristiana, morirán. Vaya. Y luego os cabreáis cuando os dicen que la Iglesia es un atraso o que si pudiéramos razonar con la gente religiosa, no habría gente religiosa.
(Continuación del rebuzno anterior) “El mundo puede llamarlo estupidez. Yo lo llamo valor. Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer”.
Más de 5.000 mujeres violadas cada año y más de 60 mujeres asesinadas en 2009 y 50 en lo que llevamos de 2010 (todo esto en España), a manos de sus maridos, custodiados y apoyados moralmente éstos por la Iglesia, que legitima sus crímenes por el mero hecho de que la mujer tenga poder de decisión sobre su propio cuerpo… Esto, amigo, en un Estado Democrático y de Derecho, sería motivo suficiente para encerrarte unos añitos por, como digo, apología y enaltecimiento de, en este caso, la violencia y el asesinato.
“Esta licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad en nuestra sociedad, el primer paso –gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura -¡terrible!- y que la libertad es una palabra vacía”
A ti el término dictadura te importa lo mismo que a mí que te apedreen por la calle. Es más, realmente a ti te gustaría que volviese Franco y pudiérais contar con más privilegios de los que contáis, ahí es nada. Tu definición de libertad dista mucho de la de cualquier persona normal, pues tú entiendes por libertad, libertad de decisión y poder para la Iglesia, que decida lo que es bueno y lo que no, lo que es correcto y lo que no, lo que es moral y lo que no. Lo cierto es que por motivos ajenos al aborto, no vivimos ante una sociedad plenamente libre, pero ésta sería un pelín más libre si realmente fuera laica y aconfesional, y no os dejara la oportunidad de autoerigiros como salvadores, guías y libertadores, cuando realmente sois liberticidas, cuyo único fin es el de pesadumbrar y coaccionar a una juventud que cada vez más va viendo lo arcaico y obsoleto de la Iglesia.
“Es la humanidad la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve, genocidio que se impone a ciertos profesionales como si fuera una obligación –repito: el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald en los que no podían rebelarse porque eran órdenes superiores-.”
Volvemos al mismo lenguaje demagogo y manipulador del que lleva la Iglesia haciendo gala tanto tiempo. Evidentemente, no es casualidad ese tipo de comparaciones y exageraciones: la Iglesia pretende comparar el médico que practica el aborto con el soldado nazi que fusilaba rusos, la mujer que aborta con la mujer que movida por una enfermedad mental, agarra un cuchillo y mata a la primera persona que pasa delante de ella. ¿Para qué? Para meter miedo y que esa persona sin una fuerte personalidad se lo piense dos veces antes de, no ya practicar el aborto, sino simplemente hablar del tema. Esa ha sido la fórmula secreta de la iglesia: el miedo. Aparte de la mentira, la difamación, la manipulación, el doble rasero moral y una hipocresía exacerbada que de nuevo pones de manifiesto al tener la desvergüenza de volver hablar de nazis, cuando tu jefe, Benedicto XVI, fue oficialmente uno de ellos.
Y para genocidio el que la Iglesia lleva practicando durante tantos años con ese estrato tan indefenso como es el de los niños inocentes que no sólo son violados, sino que a consecuencia de la violación física y sexual, son destrozados mentalmente, agraviados moralmente y destrozados y anulados como personas para, muy probablemente, el resto de sus días. Y este genocidio sí que es silencioso y silenciado por vuestra parte, de ahí que sean pocos los que conocen las siguientes estadísticas:
Una investigación realizada en 1995 por el catedrático de la Universidad de Salamanca, Félix López Sánchez, y publicada por el Ministerio de Asuntos Sociales de España, determina que del total de españoles que han sufrido abusos sexuales siendo menores, el 10% asegura que fue abusado por un sacerdote católico.
En un estudio publicado en 1995 sobre el comportamiento sexual del clero en España, el periodista y escritor José Rodríguez, trabajando con una base de datos amplia y estadísticas en las que constan pruebas del historial sexual de casi 400 sacerdotes actualmente en activo, se documentó que entre los sacerdotes en activo, un 7% comete abusos sexuales graves con menores.
Por no hablar de otros países como EE. UU., donde un total de 4.392 sacerdotes fueron acusados del abuso sexual de 10.667 menores entre 1950 y 2002. O Irlanda, donde la Comisión Investigadora de Abusos de los Niños en Irlanda reúne, tras casi 10 años de investigación, más de 2.000 testimonios que relatan abusos físicos y sexuales por parte de sacerdotes.
¿A éste genocidio silencioso te refieres, Javier? ¿O realmente a ti los genocidios ya sean nazis o con el beneplácito de Dios te importan un comino, y tus rumiadas sólo son consecuencia del miedo a que tu institución acabe por perder la hegemonía que durante tanto tiempo lleva ostentando?